Si no hay justicia para el tiempo, que
no haya conciliación para la física clásica y la cuántica.
De cuando quiero hacer todo y el tiempo
se relativiza,
y en esa fracción de pensar y lamentarme
se me ocurre algo
nuevo para hacer y de vuelta a
lamentarme porque no tengo
tiempo para pensar en hacer lo que
primero pensé y luego al pensar
lo que después se me ocurrió creando una
tercera cuestión,
es así como en este álgebra
procrastinador me quedo sumergido
en una botella de Klein donde al final
el golpe simbólico del tiempo
me despierta de mi letargo paradójico y
me doy cuenta que
ha pasado una fracción de pensamiento y
que aun quiero cosas por hacer.
Hay de todo. Pero no par todos.
Hay emotivos con curiosidad nula,
hay curiosos con mala emotividad,
hay emotivos que no pueden pensar.
hay pensadores con mala emotividad.
.
Hay curiosos que no pueden pensar,
hay pensadores sin ninguna curiosidad
y hay tantas personas que no saben
sumar.
Hay algunos que si han aprendido a
armar,
entre todo otra forma de crear. Si se
logra
al menos un poco de este todo, se podrá
vivir un poco más.
Quiero, quiero.
Quiero ver tu olor,
y atragantarme de tu presencia,
quiero oler tu esencia
y deslumbrarme con tu luz.
Tan tierna y natural,
como solo tú te muestras,
tan muñeca y tan vivaz.
No exageraré palabras,
para algo tan sutil,
nada sobrará, ni nada faltará.
Así eres tú, con tanto por delante,
en vertientes y caminos,
escoge alguno que yo andaré
por las veredas observando
tu destino, de vez en cuando
acercando mi andar para algún
encuentro fortuito, así y nada más.
Tanto por delante, y con tanto detrás.
Te recuerdo
Yo te recuerdo, uhhh. Hace algún tiempo, lo
recuerdo si.
Entre la algarabía de una temporalidad
desconocida,
entre saludos frugales, con vítores y hastaprontos entusiastas.
Todos éramos todos ¿recuerdas? en un cálido
abrazo fraternal,
juntos, muy muy juntos, aún no teníamos
nombre. Es más,
no había nombre para nada. Pero yo te vi,
ahí estabas, junto a los
fermiones, te iba a saludar cuando todo
comenzó. Te vi partir
entre un hurra general. Con la emoción de lo
novedoso, cada
cual tenía sus ideas para un nuevo comienzo.
El tiempo nació de pronto, por unanimidad.
Todos querían un
gran álbum de fotografías donde dejar sus
huellas, luego el espacio
para ponerlas se entrelazó al fin. Ya no más
derivas. Ahora si
lo haríamos bien. Y te vi, ahora si en un
tiempo de Planck, que
es lo que me hace recordar. Te vi y te me
fuiste, no te perdí
de vista, solo unos segundos y miles de años
luz después.
Pero ahora aquí te encuentro, casi
catorcemilmillones de años
después. Aquí estás frente a mí, y corrí a
tu encuentro no fuera
a ser que te me escaparas. Y me viste, a
través de un beso he llegado
hasta aquí y me apresuro para no dejarte ir.
La incertidumbre
y la singularidad nunca nos ha abandonado,
por eso aquí me
quedo para aprovecharte hasta donde más se
pueda.
Sin pensar en pasado, presente o futuro.
Del odio nace no se qué.
Odio la palabra capullo. No me suena, no
me agrada,
pero la necesito. Tenía otra palabra
pero la olvidé, así que
solo me queda hacer simbiosis con esta.
Y es que si me
agrada el capullo, pero no la palabra y
no me puedo
deshacer tan fácil de ello. ¿Qué pondré
de aquí en adelante
en vez de capullo? No puedo comenzar a
explicar el regocijo
que me da estar en mi ¡capullo!... aquí
en mi hogar.
Aquí en la oscuridad parcial, admirado
con la luz artificial de las ideas
alejado de todo y de todos. No es todo
el tiempo, pero si
el necesario. Bueno, dentro no me ato al
tiempo, así que
es cosa mía si me es suficiente. El caso
que tengo un capullo,
cosa que me ha mantenido cuerdo en este
mundo de locos,
porque ahí me doy mis dosis necesarias para
poder soportar
el peso de una realidad que a veces
cansa. Capullo, te amodio.
Cuento:
La intrigante contraofensiva de una persona pensante
¿y?
Fin.