Promesas
Me gusta que no
prometas nada,
que no prometas que
te quedarás callada,
que no te morderás
los labios
o que tus ojos
orbitantes se encuentren
de vez en cuando
con los míos.
Me gusta que no
prometas nada,
que no prometas que
estarás quieta,
sin tocarme con la
mirada, sin mirarme
con tus palpos.
que no te
estremecerás al escucharme hablar de nosotros dos.
como si sólo
fuéramos nosotros dos.
Me gusta que no me
prometas nada.
que te conozcas y
sepas hasta dónde
quieres llegar.
Que no me prometas
que no te
acercarás al menos,
para que yo
suspire tu olor al
pasar y que también
me hagas decir que
no te prometo
quedarme quieto
cuando estemos
solo tú y yo.
Escondrijo
Siempre recuerdo tu
mirada. A medio cerrar.
Entre una penumbra
natural.
Mientras la
estática ante una fricción canicular
hacía mover todo en
derredor.
Me gusta recordar
mi mirada. A medio respirar.
Pero muy lasciva,
irresistible ante toda tu.
Que dupla: la
penumbra y tú.
Me gusta recordar
que recuerdo. Que nada
se perdió. Y aun
sostengo entre mí y el vacío
de tu ausencia
temporal el olor trasgresor,
la carne de tus
labios o el toque de tu humor.
Esa inhalación de
vapor con su exhalación de
sudor. Con un
sístole que decía ven y un
diástole que
repetía quédate.
Y yo me quedé. Un
oxímoron ya burdo pero
necesario sería
para eso un instante eterno.
La Patente
¿Sabes? cuando he tocado tu piel
se me ha venido a
la mente una
nueva patente para una
maquina
de movimiento
perpetuo…
Tu piel tan suave,
hacen que resbalen
mis callosas manos
proletarias,
sin sentir ningún
tipo de obstáculo
bien se podría utilizar
para deslizar
un bucle energético
y crear
esa panacea
termodinámica…
Pero no, tu piel es
solo tuya,
y ni el CERN
pondría sus
frías manos sobre
ella.
Sólo yo con tu
previo permiso
que es tu sonrisa
bella he de
recorrerla millones
de veces
sin cansar jamás el
trote, el tacto
y mi entusiasmo.
Y sí, es tan suave
como un lecho perfecto
hecho de amor, éxtasis
e intelecto.
Donde he de bogar,
todo el tiempo
que me sea
concedido.
Las noches
Esa sensación,
cuando mi vista se habitúa a la oscuridad
y van apareciendo esas praderas de tu piel,
esas caderas que son miel,
para mis labios que te buscan encontrar
cuando mi vista se habitúa a la oscuridad
y van apareciendo esas praderas de tu piel,
esas caderas que son miel,
para mis labios que te buscan encontrar
Debo aplicar, aquel método científico y tocar,
si realmente eres tu aquel reflejo de plata
que en la cama junto a mí está.
si realmente eres tu aquel reflejo de plata
que en la cama junto a mí está.
Y cerciorarme, al besarte y abrazarte
que esta noche, no estaré solo, no más.
Mientras respiras, mi alma entra y sale de tu cuerpo,
del que no quiero apartarme más.
que esta noche, no estaré solo, no más.
Mientras respiras, mi alma entra y sale de tu cuerpo,
del que no quiero apartarme más.
Son los relieves, los que me dicen que ahí estás,
mientras mis manos son exploradores natos.
Afortunados somos yo y mi soledad
de despertarnos a tu lado cada vez que se pueda dar.
mientras mis manos son exploradores natos.
Afortunados somos yo y mi soledad
de despertarnos a tu lado cada vez que se pueda dar.
Pequeña
Una pequeña canción
para cuando tu silueta,
sea mi horizonte de pasión
y recorra cada estepa.
Que una luz de plata
que se cuela en la ventana,
me acompañe en mi palpar
de tu cuerpo ahora convertido
en sideral.
Una pequeña oración,
un susurro entre cobijas.
Que sea el eco la invención
que me acerque hasta tus labios.
Y que entre las lenguas
hablemos el mismo idioma,
y el amor tome la forma de
un eterno palpitar.
Una pequeña ocasión,
sólo eso te pido.
Un instante eterno que
se funda en un suspiro.
Arrullo
Sigue arroyo,
llévate lo que ya no es mío
veo que bajas,
llevando contigo hojarasca
y calor.
Sigue arroyito,
desemboca en deltas de dolor,
tu que llevas el
aceite, la basura, desasosiego
y mucho sudor.
Llévate contigo
también las penas, esta pesadumbre
que es un grillo al
corazón.
Aquellas lágrimas,
la sangre, la mugre, el lamento
y mil barcas de
Caronte. Mil hojitas de Caronte.
Ve arroyo, solo o
mezclado ¡Vayan todos cuesta
abajo!
El rio está
próximo, y ese mismo se va a la mar.
Anda arroyo,
llévate contigo algún mal recuerdo,
aquel suspiro, y un
par de lágrimas mías para que luego
vuelvan, en forma
de lluvia y ahora sí, llegue algo
de dicha.
Ve. Arroyo.
Obra: Conexión. Autor: Tito Rosales. |