lunes, 19 de marzo de 2018

Amores y arrullos.


Promesas

Me gusta que no prometas nada,

que no prometas que te quedarás callada,

que no te morderás los labios

o que tus ojos orbitantes se encuentren

de vez en cuando con los míos.

 

Me gusta que no prometas nada,

que no prometas que estarás quieta,

sin tocarme con la mirada, sin mirarme

con tus palpos.

que no te estremecerás al escucharme hablar de nosotros dos.

como si sólo fuéramos nosotros dos.

 

Me gusta que no me prometas nada.

que te conozcas y sepas hasta dónde

quieres llegar.

Que no me prometas que no te

acercarás al menos, para que yo

suspire tu olor al pasar y que también

me hagas decir que no te prometo

quedarme quieto cuando estemos

solo tú y yo.

 
Ahora yo... no te prometo nada.

 

 

Escondrijo

Siempre recuerdo tu mirada. A medio cerrar.

Entre una penumbra natural.

Mientras la estática ante una fricción canicular

hacía mover todo en derredor.

Me gusta recordar mi mirada. A medio respirar.

Pero muy lasciva, irresistible ante toda tu.

Que dupla: la penumbra y tú.

Me gusta recordar que recuerdo. Que nada

se perdió. Y aun sostengo entre mí y el vacío

de tu ausencia temporal el olor trasgresor,

la carne de tus labios o el toque de tu humor.

Esa inhalación de vapor con su exhalación de

sudor. Con un sístole que decía ven y un

diástole que repetía quédate.

Y yo me quedé. Un oxímoron ya burdo pero

necesario sería para eso un instante eterno.

 

 

 

La Patente




¿Sabes? cuando he tocado tu piel

se me ha venido a la mente una

nueva patente para una maquina

de movimiento perpetuo…

 

Tu piel tan suave, hacen que resbalen

mis callosas manos proletarias,

sin sentir ningún tipo de obstáculo

bien se podría utilizar para deslizar

un bucle energético y crear

esa panacea termodinámica…

 

Pero no, tu piel es solo tuya,

y ni el CERN pondría sus

frías manos sobre ella.

Sólo yo con tu previo permiso

que es tu sonrisa bella he de

recorrerla millones de veces

sin cansar jamás el trote, el tacto

y mi entusiasmo.

Y sí, es tan suave como un lecho perfecto

hecho de amor, éxtasis e intelecto.

Donde he de bogar, todo el tiempo

que me sea concedido.

Las noches
Esa sensación,
cuando mi vista se habitúa a la oscuridad
y van apareciendo esas praderas de tu piel,
esas caderas que son miel,
para mis labios que te buscan encontrar
Debo aplicar, aquel método científico y tocar,
si realmente eres tu aquel reflejo de plata
que en la cama junto a mí está.
Y cerciorarme, al besarte y abrazarte
que esta noche, no estaré solo, no más.
Mientras respiras, mi alma entra y sale de tu cuerpo,
del que no quiero apartarme más.
Son los relieves, los que me dicen que ahí estás,
mientras mis manos son exploradores natos.
Afortunados somos yo y mi soledad
de despertarnos a tu lado cada vez que se pueda dar.

Pequeña

Una pequeña canción
para cuando tu silueta,
sea mi horizonte de pasión
y recorra cada estepa.

Que una luz de plata
que se cuela en la ventana,
me acompañe en mi palpar
de tu cuerpo ahora convertido
en sideral.

Una pequeña oración,
un susurro entre cobijas.
Que sea el eco la invención
que me acerque hasta tus labios.

Y que entre las lenguas
hablemos el mismo idioma,
y el amor tome la forma de
un eterno palpitar.

Una pequeña ocasión,
sólo eso te pido.
Un instante eterno que
se funda en un suspiro.


Arrullo

Sigue arroyo, llévate lo que ya no es mío
veo que bajas, llevando contigo hojarasca
y calor.
Sigue arroyito, desemboca en deltas de dolor,
tu que llevas el aceite, la basura, desasosiego
y mucho sudor.
Llévate contigo también las penas, esta pesadumbre
que es un grillo al corazón.
Aquellas lágrimas, la sangre, la mugre, el lamento
y mil barcas de Caronte. Mil hojitas de Caronte.
Ve arroyo, solo o mezclado ¡Vayan todos cuesta
abajo!

El rio está próximo, y ese mismo se va a la mar.
Anda arroyo, llévate contigo algún mal recuerdo,
aquel suspiro, y un par de lágrimas mías para que luego
vuelvan, en forma de lluvia y ahora sí, llegue algo
de dicha.

Ve. Arroyo.


Obra: Conexión. Autor: Tito Rosales.