jueves, 12 de diciembre de 2019

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Dialéctica

La trasparecía me es inherente
no es necesario siquiera decir algo
mis ojos vidriosos
y mis labios tembleques
anuncian una gran dialéctica
en mis adentros.

Una pulsión frenada
y un freno impulsado
crean un telúrico equilibrio.

Me desbordo claro,
sin planearlo
me desnudo
con mis trapos

No hay horarios de atención
todo puede suceder
sin un previo aviso
se me va la pulsión y reina el silencio
así, agazapado
(como una estrella de neutrones)
sobre mí mismo

-esperando-

luego salto, estallo
me expando infinito
recorro lo pausado
en un tiempo fugaz

Luego regreso,
al telúrico equilibrio
y es cuando puedo
caminar un poco más
normal.



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Las cafeteras

Ella me regaló una cafetera,
(el café como símbolo de unión)
la cafetera ahí sigue y sigue funcionando
(lo de Ella y Yo ya no siguió)
A otra Ella, Yo le di una cafetera
(sí, el café con el mismo símbolo)
(no sé sí la cafetera siga ahí)
«lo que sí sé es que yo jamás volví con Ella»
En cada sorbo siento el calor de lo que fue
y en la tibieza subsiguiente lo que pasó después
jamás sabré si ellas en sus cafés sucumben
a la nostalgia
o si lo amargo pero
exquisito del sabor rememore
en analogía lo vivido
o si en las noctámbulas duermevelas
nos pensemos
(porque Yo sí les pienso)

—y siempre con antojo de café—



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 A dormir...




En el lecho nocturno
mi cama pues…
he de observar
(Como un recordatorio por si ya no despierto)
una síntesis de los sucesos acaecidos
pero no del día, sino toda la vida
lo de dentro y lo de fuera.
Mi cabeza
—que evidentemente es una gran protuberancia—
es el receptáculo de mi sucesos
que en borbotones han de desfilar raudos
para recordarme que lo que soy
ahí recostado ya para dormir
jamás ha sido en vano:

dolor, risas, orgasmos, decepciones, golpes,
trabajo, miedos, sonrisas que ya no me sonríen, miradas,
saludos -últimos saludos- sepulcros, melancolía,
nimiedades de gran importancia, besos, abrazos,
repulsiones, oscuridad, enceguecimiento, en fin.

toda una gama de sentimientos que como
un típico monstruo de Frankestein me acribillan
y me agotan.
 una noble acción para combatir
mi insomnio atroz.

Así, acurrucado en mi cobija y soledad
le digo a mi cerebro buenas noches.




Obra: Dasein. Pluma de gel y tinta. Autor: Tito Rosales.