martes, 3 de abril de 2012

Piedra, papel o tijera.


“Piedra, papel o tijera” retumbaba en lo mas alto de aquel páramo inmaculado. Eran tiempos difíciles y nadie se prestaba para la derrota. Cada movimiento ocular, cada ademán era trazado y escudriñado milimétricamente. Nadie quería volver. En realidad nadie sabia bien las opciones de los demás. Ahí estaban sin mas bando que ellos mismos. Luchando por su decisión. Abajo, las hormigas seguían a tropel en su mundo. Tan ajenas a ellos, y ellos pensando de cuando en cuando en ellas. No querían pisarlas. Pero ahí estaban entre sus pies.

-¡Papel gana a piedra, y la tijera gana a papel ¡Te vas!

Unos querían el retiro, continuar alejados del bullicio. Descansar como nunca lo habían hecho, lejos de carreras, trabajos forzados y tiempo perdido. Otros, mas elocuentes, mas juveniles o avariciosos seguían luchando por su meta. Los primeros anhelaban la salida. Ganaban el juego y renegaban. Los segundos ganaban y vitoreaban. Cansados y no cansados seguían el reto con honor.

Vientos huracanados atravesaban los campos. Miradas furtivas corrían entra las montañas y las gotas de sudor volaban en cada movimiento. El ceño de cada concursante estaba hecho de mármol. De hierro. Inmovible. Impenetrable.

Las damas estaban ya fuera del la competencia. Unas aguerridas combatientes. Otras absortas en su belleza y una mas soberbia y derrotada simplemente daba la espalda y se marchaba.

El mas gallardo de los hombres, líder indiscutible y ganador por antonomasia también había sido derrotado. Era un juego que el no creo, obstáculo primero para su victoria. Aun así. La derrota le supo a ganancia. Cansado de muchos años, su alma ya no daba para competiciones ni carreras. Sonrío casi llorando. Llorando por la derrota y llorando por la victoria. Un buen retiro le esperaba. Descanso eterno muy bien merecido.

Seguían en competencia cerrada tres caballeros. Habían mostrados sus puños cerrados mostrando piedra en el juego por muchas ocasiones. Empatándose automáticamente. En una jugada, el joven pescador es vencido al mostrar el símbolo de la tijera cuando los otros dos mostraban la piedra. Tomando un poco de aire vigoroso. Admite su derrota con una genuflexión y se aleja un poco para seguir contemplando el juego. Ahora son dos los finalistas: Un cojo pero hábil artesano y un escurridizo e insaciable pícaro. Nerviosos los dos ocultan sus manos tras de si. Pensando su próxima jugada, es todo o nada. Un simple movimiento puede ser la derrota o la victoria.

-¡Tijera! –Gritan al tiempo que muestran sus manos con el dedo índice y medio en remedo del objeto cortante.

-¡Papel! –Y la mano extendida

-¡Piedra! –Y el puño cerrado.

Los espectadores observan intrigados. Este juego esta reñido. Pueden pasar mil años allí esos dos sin dar ningún resultado.

Luego de mas de cien repeticiones con el mismo fin, uno de ellos. El pícaro muestra el puño para la piedra mientras su contrincante lo hace con las tijeras ganando asi la competencia. Ante esto la ovación no se hace esperar y el derrotado artesano reclamando un indulto vocifera:

-¡¿Creéis que con esa inmundicia de piedra, podrás vencer a mis tijeras, creadas por estas mismas manos que han creado tantas maravillas para su uso, incluido tu casco sanguijuela?!

-Te he vencido tío. Acepta la derrota. Y aun así, esta inmundicia de piedra que dices. No esta hecha mas que del mismo muro del Tártaro, donde Cronos mora en penitencia. Así que, por toda ley, he vencido.

Los espectadores esperaban ya un colosal enfrentamiento, pero, sabiamente, el artesano acepto humildemente su falla. El pícaro había ganado, ¡Y sin trampas! eso era lo mas extraño. Así, de los doce competidores el solo quedo para dominarlo todo. Su nombre era Hades. Antiguo señor del inframundo. Hoy. Después de haber ganado la competencia contra todas las demás deidades olímpicas se erguía como dios único. Los demas inmortales, unos cansados, otros con ambiciones de dominio universal aceptaron sin mas como único soberano al pícaro ultraterreno. Donde de ahora en adelante, no habría mas dioses. La humanidad ya no rendiría culto a nadie mas que a el. Solo a el, donde reinaría a su manera. Y ya no tendría el nombre de Hades jamás, simplemente se haría llamar Dios.

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