Amalgama
Para sentarme a escribir, para pararme a
leer.
para poder pensar y para ponerme a
sentir.
Es toda esa amalgama y muchísima más la
que compone el estar acá, de forma
automática
aeróbica, y tan solidificada que mi alma
es tan
densa como la seda.
Ha sido el cruce entre una estrella de
neutrones
y un mamífero sobreviviente a la
extinción
del cretácico, entre un organismo fungi
y agua de
un cometa constante. Un inmigrante de
una estepa
siberiana y una banana con la que
compartimos la mitad
de nuestros genes. Mis abuelos en cada
punta de la sierra
y mis padres en una ciudad en ciernes.
Todo eso me ha agobiado a la par que
asombrado,
de repente mi espalda siente un peso
galáctico-geológico
y mis pasos ya no sé si son mis pasos.
¿Qué de mí es realmente mío? ¿Qué de
todo me ha pertenecido?
yo que a mis treintaitantos pienso que
ya me voy conociendo
viene el universo y me dice que sólo soy
una mezcla más diluida que
la de un charlatán homeopático.
Biomecánica
Hoy estiro mi mano y te encuentro.
Digo palabras y me escuchas,
Abro mis ojos y te veo,
Doy mi sonrisa y la miras.
Somos un híbrido entre máquina y anhelo
aparatos aceitosos rodeados de pulcra
mecánica
automatizada.
Una extensión de un caos organizado
dónde
los microchips han hecho el universo más
gigante.
Somos seres frágiles a la intemperie,
huidizos al más
leve sonido en la oscuridad, hemos hecho
a los guardianes
protectores mecanizados que son lo que
no podremos ser
jamás.
Rodeamos de cables el planeta, como una
extensión de nuestras
propias venas. Buscamos abrazar lo que
era inabrazable
debido al tiempo y la distancia.
Adaptamos la maraña de
alambres y transistores, de bulbos y
motores para hacer un poco
más acogedor un mundo tan vacío.
Llenamos poco a poco, engrasando cada
arteria sin captar
la diferencia entre la carne o el acero.
Y todo para ser más
rápidos, más duraderos, más cercanos.
Toda unión entre
uno y la tecnología ha buscado hacernos
más humanos,
algo qué dicho sea de paso hemos tardado
en descubrirlo.
Tus átomos
Dicen que te compones de diez mil cuatrillones de átomos.
Y a cada uno de esos átomos quiero yo.
Con gusto me pasaría presentándome a cada uno con un
holamucho gusto y luego besarlo. Así cada parte de ti
me conocería un poco más. Además tuviera algo qué hacer
para toda la eternidad.
Un beso multiplicado por diez mil cuatrillones tal vez
secaría
mis labios, pero eso no me importaría pues sé que tu
néctar
dulce me ayudará.
Tal vez también para cuando vaya terminando la entropía
esté desgarrando el espacio tiempo según la Constante
del señor Hubble pero yo abrazaría todos tus átomos
para que no se desparramaran y tenerte junto a mí.
Y todos nos conoceríamos y platicaríamos muchas cosas.
Cada átomo tendría su historia que contarme y yo flotando
ya, las escucharía como lo hago desde hoy.
Tito Rosales
Obra sin título, tinta sobre cartulina ilustración, autor: Tito Rosales |
No hay comentarios:
Publicar un comentario