martes, 4 de septiembre de 2018

Y tanto amor


A mi Amada, no. A mi Amante pues aún nos amamos:

Déjame escribirte algo, en un intervalo entre beso y beso
que siento que pasan años al no sentir tu piel en mí.
Yo no desperdicio nada pues mi pensamiento es tuyo,
y será cosa de un segundo, o toda una eternidad sin ti.
Pero yo me desespero, si mis labios son lejanos y
tengo que decir -te amo- para enlazarme a los tuyos
y ante de que tu  repliques y me digas -yo también-
ya de nuevo están mis labios sobre tus labios y tu piel.







Más de tu sonrisa

Hoy he visto tu sonrisa, y me dijo tantas cosas.
Me mostró un gran universo, mil futuros y mil pasiones.
Tu sonrisa sinestésica, que la veo y me ha tocado,
que la palpo y me susurra:

-¿qué más quieres, si me has hecho que aparezca?
-que nunca jamás te vayas-. le respondo.

Y ha crecido aún más. Y yo me hago tan pequeño,
como siempre me he sentido ante una inmensidad.
Que poder tan fortuito, pues aunque sepa siempre
qué es una sonrisa cada que la veo me emociona de
manera distinta.

Eso está de agradecerse, pues la sonrisa de la amada
no será cualquier sonrisa, jamás. Serán vitaminas y
minerales, proteínas y albricias. Todo bien balanceado
para un mejor aprovechamiento. Es la vitamina D.
De de días de sol, de diamantes como dientes y
de dientes de dulzura, D de danzas amorosas
y de duermevela entre tus labios.

Esa es tu gran sonrisa.







 Sin título


Resbala la sábana sobre tu piel
y la escucho murmurar renegando de la misma.
Su hechura no te llega, ni con algodón o lino
a la seda que es tu piel.
Se oye un crujir de madera, es la cama ante
el peso de lo que es nuestro. La gravedad
nos quiere terrenales, no concibe que
flotemos entre besos y sudor.
El abanico gira fuerte, quiere imponer
su ruido ante nuestra frase
 –te adoro mi amor-
pero no lo logra, nos escuchamos perfectamente.
Ya aclara un alba impropia. Quiere traer luz
a una oscuridad compinche. Donde los
susurros son linternas y las manos nuevos ojos.
Nada de eso sabe, que el amor ya está más
que hecho, que se vengan hecatombes
o una realidad sin freno.
Aquí dentro en nuestras pieles tenemos nuestro
mundo más perfecto.

Tito Rosales


Obra: Templanza y corazón. Óleo y tinta china. Autor: Tito Rosales



No hay comentarios:

Publicar un comentario