lunes, 16 de enero de 2012

Sueña Zakun

Este escrito tenía pensado hacerlo desde hace tiempo, como un pequeño homenaje a uno de mis grupos (o dueto) en español favoritos: Vainica Doble. Basó la historia en una canción llamada como el protagonista Guru Sakun Kin Kon y que cuenta de cómo un joven idealista espera de buena gana a algún ser de lejanos confines para beneplácito de su curiosidad, aunque como se ve, no le dio buenos resultados a Sakun. Tito Rosales.


Sueña Sakun


De nuevo un sueño torvo le hacia incorporase de prisa en su lecho. Habíasele presentado otra vez ese par de seres extraños con aspecto fantasmal en la vigilia. Haciéndole dar cuenta que no era un simple fruto de la imaginación, sino algo que realmente intentaba entablar comunicación. Tal vez con el, o con su raza, sintiendo en su interior un sin fin de sentimientos encontrados. Desde el miedo a la fascinación.

Era ya la hora del desayuno, y como era costumbre en esa casa, la familia se reunía con aire solemne al banquete. Con un metodismo milimétrico cada cual iba ocupando su lugar en la mesa: Padre a la cabecera, madre a su lado y el pequeño Zakun. El joven de los sueños recurrentes, amante de la ciencia ficción y astrónomo por afición frente a ellos. La familia Kin Kon era de la más longeva de la región, influyente y de noble condición, residente de la prestigiosa zona de Ishtar, una altiplanicie muy cotizada en esos tiempos de vicisitudes climáticas Gracias a su estratégica ubicación donde se disfrutaba de un clima calido y ventoso la mayor parte del año.

Guru Zakun, el joven heredero de los Kin Kon contaba con premura los distintos sueños que había tenido a lo largo de las semanas; donde dos seres de aspecto pálido y delicado se le presentaban, entonando unos cánticos extraños y lejanos, incomprensibles para el. Sus padres, condescendientes, al ver el ahínco con que el muchacho contaba sus anécdotas, lo miraban con tono comprensivo, y alucian estos sueños y demás historias a la afición de este por los cuentos espaciales que tantas noches lo consumía sin parar. Pensaban ellos que como en muchos casos, de un momento a otro Guru Zakun dejaría al olvido en un polvoriento rincón los miles de volúmenes de novelas y cuentos que tenia, al verse convertido ya en un ser maduro con sus respectivas responsabilidades y vivencias. Enterrando para siempre esos universos fantásticos en los que creía con tanta fidelidad y esperanza.

Pero no era momento para pensar en ello todavía, Guru invertía todo su tiempo y energía a la búsqueda de respuestas. En el desglosamiento de sus sueños, y más aun, en el encuentro con esos seres. Un encuentro que podría cambiar para siempre el curso de ese calido planeta suyo, y el de otros tantos, que suponía era el hogar de esos míticos y grandiosos entes de orden superior que tanto anhelaba conocer.

* * *

Como todas las mañanas, después del desayuno. Guru se encaminaba hacia el monte, a hondear en el horizonte, analizando a lontananza en busca de algún indicio. Algo, una señal, por tierra o por cielo. Encuadraba detenidamente cada rincón de sus múltiples ángulos de visión con la esperanza de divisar algo fuera de lo común. Pero nada. Otra mañana sin encontrar resultados, sin embargo, esto no hacia mella en el espíritu de aventura de Guru Zakun, cada día, sabía que podría ser su día.

Por alguna extraña razón, esa jornada de sueño, ni algunas otras había vuelto a soñar con los seres extranormales de los que se había habituado. Más bien, placidamente dormía toda la jornada sin el más mínimo sobresalto. Lejos de tranquilizarlo le preocupaba el hecho de que posiblemente se hayan olvidado para siempre de el y de su amada civilización. De la cual se había autonombrado embajador cuando llegara el día que decidieran hacer contacto los seres misteriosos con su planeta natal.

El padre de Zakun, había notado el cambio de ánimo de su primogénito, causa sabida de la perdida de esperanza de este por los dichosos extravenusinos. Reacomodando en su habitación sus amadas novelas, Guru Zakun suspiraba con desden al observar felices en las portadas de sus libros como venusinos y extravenusinos se daban calidos abrazos de fraternidad, augurando una era de cooperación y aprendizaje mutuo. El se veía entre esos elegidos para dar el primer saludos a los visitantes externos. No perdía esperanzas, pero tampoco las realzaba, estaba en un limbo sentimental por las cosas de más allá de las nubes de dióxido de carbono que circundaban su planeta.

* * *

El día pintaba muy bien. Era un día amarillo sepia donde el viento calido arrobaba la vista. El campo naranja se extendía en todo el esplendor y a Guru Zakun se le reavivaron las ganas de observar. Solo seria un paseíto casual para despejar la mente, solo eso. Al rato de su andar, un ruido de lo más extraño le zumbo por todo el terreno. Confundido Sakun volteo hacia todos lados en plano horizontal en busca del confuso estertor. Nada. ¿El suelo? Nada. ¿Y el cielo? Allá. Entre dinámicas nubes y tambaleantes elípticas diviso un disco volador, ajeno a cualquier tecnología que habíase visto por la región. Este, rápidamente lo interpreto de origen desconocido. El vacilante objeto aterrizaba ya a algunos cientos de metros frente al pasmado investigador amateur. Sakun, al asimilar tan extraordinario encuentro fue corriendo frenético a recibir a los seres míticos que desde siempre había estado esperando.

La escena de Guru Zakun Kin Kon atravesando el valle, entre piedras sueltas y polvaredas se podría apreciar en cámara lenta. Dibujada una gran sonrisa en su rostro, lejos ya de algún resquicio de miedo o estupefacción, sus tres mil dientes refulgían al sol llameante. Nunca un objeto se le había vuelto tan lejano y cercano a la vez. Sin claudicar, sus ánimos crecían, sus manos membranosas se expandían más y mas para ese abrazo fraternal con algún dragón de plata que pudiera salir de aquella lata de gran dimensión. Ese encuentro quedaría para la posteridad. Grabada en los próximos libros sobre astronomía y de ciencia ficción donde alguien decidiría partir de ese encuentro para inmortalizarlo en otras tantas aventuras aguerridas y de heroísmo sin fin.

Un frenon dio por terminada la maratónica jornada previa al encuentro. Jadeante Guru Sakun se incorporo de inmediato al ver que de aquella lata humeante y centellante se habría una portezuela tímida. Un vapor blancuzco envolvió el marco oscuro chispeante desde donde un par de tubos plateados palpaban el suelo rojizo donde se había asentado la nave. Luego al dispersarse el vapor, un ser parecido en fisonomía a los seres de ensueño de Guru pero envuelto en un montón de fierros y cables que seguían despidiendo vapor se adelanto mirando hacia todos lados através de un casco inmenso con una abertura de vidrio opaco haciendo ruidos extraños. En sus manos, aun temblorosas por el tórrido viaje se apreciaba un canuto metálico de uso desconocido pendulante ante el viento canicular de la región.

Guru estaba a uno metros delante del viajero extraño, con su ojo de la frente muy abierto, sin perder detalle de los movimientos vacilantes del visitante. Al cabo de un rato, el polvo, humo, vapor y demás se asentaban y el ser pudo enfocar claramente hacia Sakun. Como rayo paralizante, el astronauta se quedo estático. No hizo ademán para un abrazo, ni siquiera un saludo. Sakun que veía en el ser un ente horrendo, muy ajeno a aquellos dragones apuestos que se había imaginado para su encuentro. Pero, que en nombre de la astronomía estaba dispuesto a aceptarlo así con su rareza y fealdad en pos de un mejor futuro. En un abrir y cerrar de su ojo el extravenusino había desaparecido, corriendo con dificultad justo al lado contrario de donde se encontraba Sakun, para sorpresa de este, que esperaba toda una ceremonia, como las que mínimamente se esperan en un encuentro entre civilizaciones de este calibre. Guru siguió detrás de el, con un signo de interrogación en el rostro y mirándolo con estupor. Después de buscarlo por un rato, el astronauta firme y gallardo salía detrás de una roca grande apuntándole con el canuto metálico directo al corazón. Guru Sakun se confundía más. Tomo ingenuamente ese movimiento amenazante como una forma de saludo extraño del planeta hogar del visitante. Entonces Sakun haciendo homologia de este, extendió sus manos membranosas asiendo un ruido como de ¡chop chop! en pos de abalanzarse para recibir el tan esperado saludo.

Al momento de estar mas cerca del visitante Guru Sakun miro como desde el cilíndrico artefacto que tenia en sus manos el cosmonauta una llama tomaba una forma gigantesca, envolviéndolo completamente, donde la temperatura subía cada vez mas y mas. Acogedora al principio, Sakun sintió con placer la forma tan peculiar de saludo que tenia el ser. Al cabo de un segundo, el placer se convertía en dolor, desesperación y confusión. El corneo caparazón de Guru Sakun Kin Kon se derretía. Y en un dolor tan indescriptible como aquella escena ceremoniosa Guru grito para si: “mártir de la ciencia soy”. La llama envolviendo todo su alrededor fue lo ultimo que logro divisar junto con la silueta borrosa de aquel visitante que supuestamente tenia que haber cambiado el futuro de su planeta.

* * *

Los pobladores de Ishtar al cabo de un rato de buscar la zona de aterrizaje del extraño aparato dieron con el lugar. Al llegar a la zona, solo encontraron vestigios minerales humeantes de lo que alguna vez fue un joven astrónomo de buen corazón fascinado por las historias de ciencia ficción. Una huella circular de polvo removido por alguna fuerza de despegue y un artefacto metálico en forma de bandera con el dibujo de un planeta parecido a Venus, pero no de colores sepia y rojizo, sino de verde con azul.

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